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viernes, 11 de mayo de 2012


La visita de Santos a China: ¿mucho ruido y pocas nueces? 





Si algo caracterizó la visita del presidente Santos a China fue el despiste. Fue una visita a la que Colombia le dio toda la altura posible, pues al mandatario lo acompañaron cinco de sus ministros. Pero aparte de eso, nada;  o más bien, más de lo mismo: anuncios grandilocuentes sin ningún piso, titulares que exageraban la realidad y una serie de declaraciones bastante salidas de contexto sobre las expectativas de la visita.
Al llegar a Beijing Santos dijo que se trataba de una visita de Estado porque “así lo quisieron los chinos”. Un presidente en ejercicio y cinco ministros sencillamente no hubieran podido ser recibidos en forma diferente.  No es que así lo quisieran los chinos, sino que así son las cosas.
En Colombia se anunciaba que se daban los “primeros pasos” para negociar un TLC con China, cuando todo lo que había era una manifestación de Santos de que se habían recibido “señales positivas”.  Pero no había tales “primeros pasos”, sino el inicio de un “estudio” del mercado chino que eventualmente daría lugar a unos posteriores e inciertos acercamientos. Y la preparación para los verdaderos primeros pasos, se anticipaba, podría durar años.  China mientras tanto miraba con atención el hundimiento del TLC entre Colombia y Corea y que un acuerdo bilateral de protección de la inversión suscrito en 2008, solo fue avalado por la Corte Constitucional colombiana en marzo de este año. Y eso que según el gobierno, China es un “importante aliado”, de Colombia.
Hubo cosas más concretas: Colombia “exigiría” a China que abriera su mercado, por ejemplo en carnes y lácteos.  Los chinos obtienen carne en abundancia, de alta calidad y mejores precios de muchos países más integrados a ella.  Y lo de los lácteos parecía un mal chiste.  Los chinos casi no consumen lácteos, los niños no toman yogurt, ni los adultos comen quesos.
Y tampoco toman café, por lo que la “estrategia” de Genaro Muñoz de abrir franquicias Juan Valdez en China no era más que la reedición de un fracaso muchas veces repetido. Que tiendas Juan Valdez en el metro de Beijing, que en Shanghai, que en los olímpicos, que en el Terminal 3 del aeropuerto Capital.  Todos fracasados, por cuenta de la falta de visión que llevó a que el reducido espacio de consumo de café por la élite china y la comunidad extranjera, fuera copado hace años por las franquicias de Starbucks.  China, un país con cada vez más urgencias en seguridad alimentaria, obviamente le interesa diversificar sus fuentes de importación de alimentos pero no creo que la cosa vaya por los quesos.
Esta historia ya es aburridora porque siempre se cuenta igual. Cada visita presidencial va con enormes expectativas que se crean desde Colombia. Que van por los chinos para que construyan un canal seco, o un oleoducto Maracaibo-Tribugá, o un megapuerto en Buenaventura que desplace a Panamá o Guayaquil. La megaobra de ahora era un ferrocarril “paralelo” al canal de Panamá que el ministro se ocupó en desmentir como viable.
El Espectador hizo gala del despiste en un editorial que le daba la bienvenida a este “primer acercamiento”, cuando ya son cinco visitas presidenciales colombianas a China. Y, valga decirlo, ninguna de China a Colombia.
En la agenda por otra parte no se ve nada especial.  Recepción en el Palacio del Pueblo, entrevista con Hu Jintao y firma de documentos protocolarios.
Por alguna razón los chinos no hablan de TLC, ni de megaobras en Colombia.  Por alguna razón el único compromiso económico tangible, en números que al segundo día de visita había en realidad, era que China aportaría 270.000 dólares para estudios sobre movilidad urbana. Por alguna razón esta visita que estaba pedida por Colombia desde finales del 2010, solo se viene a dar 14 meses después.
Y atención: no es que los chinos no quieran, es que la falta de estrategia es pasmosa. No se ve continuidad en los esfuerzos que hizo durante años la anterior embajada colombiana en Beijing para realzar el nivel de las relaciones e impulsar el intercambio político y económico que nos permita pensar más allá del deseo, que para China somos realmente un aliado con quien podríamos suscribir en un futuro cercano un TLC.
Hay que poner los pies sobre la tierra. China cerró el año 2011 con un comercio internacional de 3,6 billones de dólares y nuestro comercio con ella ascendió a 10.000 millones de dólares.  El de América Latina en conjunto fue de 241.000 millones de dólares.
Esto quiere decir en cifras básicas que mientras América Latina para China representa el 0,06% de su comercio, Colombia para China es el 0,002%.  O, para hacerlo más evidente, en América Latina agregada, Colombia aporta sólo el 0,04% del comercio de la región con Chinan (10 partes de 241).
¿Como de dónde va a salir entonces la necesidad de un TLC?
Faltan pocos días para que la visita termine. Como no va a haber megaobras con inversión china, ni TLC, solo esperemos que la delegación colombiana no salga con el ridículo cuento de los chinos tomándose una tacita de café cada mañana como fórmula para incrementar el nivel de relaciones comerciales.  Porque van a seguir tomando té mientras ven el paso de tortuga de las mediocres relaciones que tenemos con nuestro tercer socio comercial.
por GUILLERMO PUYANA
kien&ke

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