San Andrés: que la Providencia nos proteja.
a Corte Internacional de Justicia inició la semana pasada sus deliberaciones para fallar de manera definitiva, probablemente en los meses de septiembre u octubre, el litigio pendiente planteado por Nicaragua a Colombia sobre la soberanía respecto a los cayos Serrana, Quitasueño y Roncador, más la delimitación marítima entre los dos países.
Ya los jueces, dependientes de las Naciones Unidas y más conocidos como la Corte de La Haya, reconocieron en 2007 que Colombia tiene títulos plenos sobre San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que también eran pretendidos por Nicaragua, considerando razones históricas, políticas y jurídicas, lo que fue presentado en su momento por el Gobierno como un triunfo absoluto de Colombia. Pero, declaraciones recientes de la canciller María Ángela Holguín, cuando dijo que en La Haya “cualquier cosa puede pasar”, aludiendo posteriormente a que en fallos recientes los jueces le otorgan a cada parte “su pedacito”, hacen mover las alertas.
¿Qué tanto es el tamaño del “pedacito” de territorio hoy colombiano del área que sería delimitada que tendría que cederse con el fallo de La Haya, si esto llegare a ocurrir? Estamos frente a un tema crucial. Y, lamentablemente, poco informados. No obstante, temerosos deberíamos estar si se considera el achicamiento histórico del territorio continental y marítimo de Colombia.
En el litigio con Nicaragua no es el momento de identificar las culpas, dado que el fallo apenas es un riesgo territorial sobre el cual los delegados de Colombia han declarado su optimismo una vez culminaron hace dos semanas la fase de audiencias finales, pero tales riesgos no son asuntos de poca monta, según lo han advertido líderes políticos y de la sociedad civil del departamento Archipiélago de San Andrés. Cualquier cesión de territorio que le conceda a Nicaragua la Corte Internacional constituye reducción de la riqueza faunística y de minerales del patrimonio con el cual planifican su prosperidad los sanandresanos y la Nación toda. Adicionalmente, y esto no es cualquier cosa, podrían activarse otros reclamos latentes por asuntos territoriales con otras naciones con las cuales Colombia tiene límites que se creen firmes. Que la Providencia nos proteja.
No es momento de buscar culpables pero sí hay que señalar sin dobleces que el litigio con Nicaragua y lo que pueda pasar mas adelante es posible por el desdén histórico con el cual se manejaron los temas marítimos desde Bogotá desde principios del siglo XIX. Para no ir muy lejos, durante el gobierno de Lleras Restrepo hubo el intento de concretar la delimitación en el denominado meridiano 82 pero factores políticos internos lo impidieron. Se dijo que esa delimitación era hecho cumplido, pero no lo era. Y esto mismo señaló la Corte en su primer pronunciamiento al descartar el meridiano 82 como límite.
Razones de su política interna, además de las económicas, condujeron a que Nicaragua planteara sus reclamos en términos que aparentemente les serían favorables en la fase que viene. Mientras, en Colombia el desdén centralista por el mar y todo lo que significa caribe poco promueve el sentimiento de los habitantes del archipiélago en defensa de su colombianidad. Sin embargo, tal adhesión sí se ha manifestado. San Andrés es Colombia y sus habitantes mayoritariamente así lo quieren.
La región Caribe no puede ser indiferente a lo que puede pasar en La Haya. Hay que apoyar a San Andrés (y, naturalmente, a Colombia) en la integridad del territorio por todas las razones económicas, históricas, políticas y sentimentales que los sanandresanos exhiben y que en La Haya expusieron la semana pasada los representantes nacionales. Y también hay que concretar la solidaridad regional para que haya un viraje en la política sobre fronteras marítimas. Esto debe ser tema fundamental de nuestra agenda regional.
fuente el heraldo